Un espacio de silencio dentro de la gran ciudad, donde puedes encontrar aislamiento en el caos

La búsqueda del silencio, de la meditación, no es cosa fácil, por lo tanto, debe ser delicado llegar al espacio para hacerlo, escondido entre la naturaleza, cuya entrada apenas se asoma a través de una oscura grieta.

Nada más entrar, esa grieta fluye hasta desembocar en un espacio más grande, donde empiezas a sentir la libertad y la necesidad de avanzar hacia alguna de las plataformas.

Si permaneces un rato en silencio, habrá un momento en el que te sientas suspendido, fuera de escena, todo te pertenece, el silencio lo envuelve todo, la atmósfera se vuelve parte de él.

El pabellón se caracteriza por una forma curvilínea, renunciando a la impresión artificial de las esquinas; en el volumen principal se encuentran las plataformas colocadas en diversos niveles, con diferentes vistas, luces y sombras. Estas plataformas generan un ‘camino’ entre los puntos de proximidad entre ellas, mientras que los cambios de elevación generan una ‘privacidad sensible’ como la japonesa SAKUTEKI. La cubierta de bambú busca la dualidad de percepciones lumínicas.