Se recuperan las ruinas de un antiguo monasterio para un nuevo albergue de peregrinos

El estado de lo existente en relación con el paisaje induce a una interpretación romántica del conjunto y lleva a imaginarlo como una obra construida a partir de las pinturas de Friedrich.

El programa se divide en dos partes diferenciadas. El primero está dentro de las ruinas, dedicado a la reflexión y contemplación del conjunto histórico; y el otro es exterior, destinado a los módulos de descanso, que parten de la idea del claustro.

En la parte interior, queremos que se produzca la interacción del visitante y el lugar, a través de la red que cubre la ruina y se eleva en altura. Esto nos permite ver el paisaje desde un punto de vista único; y al mismo tiempo, desde la zona que queda debajo de la red, podemos encontrar esa ligera reducción que se nota al entrar en una iglesia, sin olvidar la sensación de acogida y permitiendo contemplar la ruina.

El exterior, podríamos pensar que es como un conjunto de pequeñas calles en torno a un claustro introvertido, que se cierra sobre sí mismo, ganando absoluta privacidad.